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Spain is different

Hace unos días al equipo de goLOLA nos llamó la atención este extenso reportaje que publicaba El País que analiza aquellos aspectos en los que destaca nuestra querida España, y en los que quizás nunca nos habíamos parado a pensar. En efecto, España está en la parte alta de la UE en tolerancia y seguridad, pero en la cola en gasto cultural. Este es solo uno de los 11 aspectos que analiza este reportaje y que merece una lectura en profundidad. ¿Te animas?

Longevos y felices

Los niños nacidos en Murcia, Alicante o Barcelona no tienen nada que envidiar a los que han venido al mundo en Hannover, Manchester, Estocolmo o Marsella en cuanto a esperanza de vida. Al contrario. El horizonte vital de los españoles es el más longevo de toda la Unión Europea, con una expectativa de 81,8 años al cumplir los 12 meses, según los últimos datos de Eurostat, oficina estadística comunitaria, correspondientes a 2012. Inmediatamente por detrás están Italia (81,6), Francia (81,4), Suecia (81) y Chipre (80,4). Ligeramente más descolgados, están Reino Unido (80,3) y Alemania (80,2).

Buena parte de la explicación —en la que entran muchos factores: desde las condiciones climáticas a hábitos de vida saludables— reside en el sistema público de salud. Aunque no hay que olvidar que los índices de mortalidad actuales reflejan la historia de los últimos 15 o 20 años. Por ello, las tasas de muertes por cáncer de pulmón son relativamente bajas (en Europa las mujeres comenzaron antes a fumar) y las enfermedades cardiovasculares están más controladas (la dieta mediterránea ha protegido las arterias de los españoles a lo largo de las últimas décadas).

Los españoles no solo son los que más viven, también se encuentran entre los más felices. Al menos, es lo que responden en las encuestas. Entre 0 y 10 califican con un 7,5 su satisfacción vital, de acuerdo con los datos de la agencia europea Eurofound, correspondientes a 2011.

La mayor brecha social de Europa

España es el país de la UE donde más ha aumentado la diferencia entre ricos y pobres. Con una peculiaridad: en otros países, los más ricos se han hecho mucho más ricos, y por eso ha crecido la desigualdad; pero en España, son los pobres los que se han hecho más pobres. Los datos son elocuentes. Las cifras de Eurostat indican que el 20% más rico de España gana unas 7,2 veces más que el 20% más pobre. En Francia, 4,5. En Suecia, 3,7. La media europea se sitúa en el 5,1. Y las cifras del FMI abundan en esta misma dirección: la mayor variación del coeficiente Gini (indicador de la desigualdad) en Europa entre 2007 y 2012 se produce en España; le sigue Dinamarca y Hungría; disminuyó la brecha en Rumanía, Portugal y Holanda.

El país de la conexión móvil

En la oficina, en la escuela, en la iglesia o en la cola del INEM. Los españoles no solo son los campeones del paro juvenil o los aeropuertos peatonales, sino también los líderes del móvil. Y no de uno cualquiera, sino de los smartphones, los llamados teléfonos inteligentes que permiten, además de hablar, navegar por Internet, consultar el correo electrónico o compartir fotos. Más del 60% de los móviles que usan los españoles tiene contratada conexión a Internet, una ratio apenas superada por los países nórdicos, y muy por encima de Estados más avanzados como Alemania, Holanda o Austria, y de la media europea.

La principal vía de acceso a Internet en España son el móvil y la tableta, lo que contrasta con la baja penetración de la banda ancha fija en los hogares.La principal razón de este entusiasmo nacional por el Internet móvil es bastante pedestre: durante años las telefónicas han regalado el móvil en España. Las compañías se gastaban 1.500 millones de euros al año en costear los móviles de sus clientes que, por eso, se sentían tentados de cambiarlos casi cada año. Esa dependencia ha motivado que, pese a la crisis, el gasto en terminales de alta gama casi se duplicara el año pasado. El móvil se ha convertido en nuestro animal de compañía.

Cannabis, coca, noche….

España es un país de tránsito de ambas sustancias, el lugar por el que entra la cocaína que viene de Latinoamérica y el cannabis procedente de Marruecos. Éste es el argumento fundamental que ofrecen los expertos para explicar por qué los españoles registran altos niveles de consumo. Y, claro, también gusta la fiesta, y salir por la noche.Un 3,6% de los españoles de entre 16 y 34 años consumió cocaína en los últimos 12 meses, según señala el último informe del Observatorio Europeo de Drogas y Toxicomanías (OEDT), presentado el pasado 27 de mayo. Es el índice más alto de Europa, por delante de Reino Unido (3,3%) y Dinamarca (2,4%).

España también destaca en el consumo de cannabis: un 17% de los jóvenes españoles de entre 15 y 34 años lo consumieron en los últimos 12 meses, según el mismo estudio, por detrás de la República Checa (18,5%), Dinamarca (17,6%) y Francia (17,5). Rumanía marca el mínimo europeo (3,2%). En Holanda, donde su uso está tolerado, alcanza el 13,7%.

Respeto por los distintos

Las estadísticas del Pew Research Center recogen que España es el país del mundo en el que menos gente piensa que la homosexualidad es inaceptable (el 6%, frente al 14% en Francia o el 44% en Polonia). Y lo mismo ocurre con el divorcio, el uso de anticonceptivos o el aborto. Aunque sea en la superficie, España se ha convertido en un extraño oasis de tolerancia hacia la diferencia sexual. En el sur de Europa estas opciones no son siempre bien recibidas, y la permisividad de los países del Norte a menudo se ve frenada por la llegada de inmigrantes de culturas no tan inclusivas.Precisamente el de la inmigración es otro fenómeno con el que los españoles parecen encontrarse cómodos. Sea porque una parte importante de los recién llegados hablan castellano o porque no han desplazado la mano de obra nacional, en el último Eurobarómetro los inmigrantes se plantean como uno de los dos principales problemas del país solo para el 6% de los encuestados, frente al 13% de media europea o el 25% de los británicos.

Como otro activo en el apartado de tolerancia, o más bien en el de desorganización de la intolerancia, se puede apuntar la ausencia de grandes partidos de extrema derecha. Éstos han proliferado en culturas políticas tan diversas como la de Reino Unido, Grecia, Holanda o Hungría, aunque tampoco hay que pensar que es lo normativo en Europa, ni siquiera en el caso de las sociedades que han sufrido más por la crisis (no hay en Portugal ni Chipre ni Irlanda, rompiendo con conclusiones precipitadas).

Escaso gasto cultural

El último Eurobarómetro ya señalaba que los españoles leen menos que la media de los países de la UE (un 60% de los españoles leyó al menos un libro en el último año, frente a un 68% de los europeos) y van menos al teatro (21% frente al 28%). En el campo del cine, uno de los consumos culturales más democráticos, los españoles destacan por ser los que más esgrimen lo caro que resulta para no acudir: un 42% indica que éste es el motivo principal.

Los datos indican que en España se recurre más a Internet para cubrir necesidades culturales, especialmente si el acceso es gratuito. Por ejemplo, se ven más películas y programas de TV en streaming (31% frente al 27%). Pero, sin embargo, se compran menos libros y CD vía Internet (14% frente al 27%). A ello se añadiría el fenómeno del intercambio de archivos entre pares, el fenómeno P2P.

Tan seguros como pacíficos

¿Se vive seguro en España? Parece difícil afirmar ese extremo sobre cualquier país. Eurostat compara cifras de delitos dentro de los miembros de la UE, pero las estadísticas policiales no suelen tener demasiada buena fama. Centrándose en los homicidios, España tiene una tasa de 0,8 por cada 100.000 habitantes, la segunda más baja dentro de la UE. Solo la gana Eslovenia (0,7), mientras la media continental es de 1,1; Finlandia o Bélgica duplican la tasa española, y Estonia la multiplica por ocho.

Respecto a las causas de esta pereza asesina, destaca el difícil acceso a las armas de fuego, un factor que se suele relacionar también con discretas tasas de suicidios. La ausencia de oportunidades para matar parece pesar más que otros datos muy vistosos que, en última instancia, resultan difíciles de ligar con la seguridad real. Por ejemplo, que solo por detrás de Chipre, España sea, con 508 agentes por cada 100.0000 habitantes, el país europeo con mayor proporción de policías (Alemania tiene 300 e Italia 453). O que la tasa de presos (163 por cada 100.000 habitantes) sea la sexta mayor de los 28 de la Unión, dos veces por encima de la danesa (68) y solo al nivel de los países del este europeo.

El segundo país con más paro

El paro es la asignatura pendiente de la democracia española. Una tasa media de desempleo del 20% desde que España entró en la Unión Europea lo demuestra. Es el fruto de un mercado de trabajo capaz de crear muchos puestos de trabajo en épocas de crecimiento, apoyado en la precariedad más la construcción y el turismo y destruirlos con la misma fuerza y velocidad en cuando vienen mal dadas, por las mismas vías. ¿Resultado? Más de 3,5 millones de empleos destruidos en esta crisis y una tasa de paro del 26%.

España copa los puestos de más dudoso honor en las estadísticas europeas del mercado laboral: las cinco regiones europeas donde hay más tasa de paro son españolas, el desempleo juvenil se sitúa en el 55%, el paro de larga duración supera el 60%… Una de las peores heridas de esta situación es la de quienes llevan un año o más sin trabajar, un colectivo que suele superar los 40 años y tienen más dificultades para volver a colocarse.

En órganos oficiales y privados se pronostica que el desempleo estará bastantes años por encima del 20%. La construcción, el sector que fue la locomotora del empleo, no parece que vaya a resurgir con fuerza. Y en las contrataciones que empiezan a despuntar, se ve un trabajo precario, otra característica por la que tradicionalmente España ha sido diferente en Europa.

Mucho AVE para pocos viajeros

Si hay una infraestructura de la que hayan presumido por igual los Gobiernos españoles de los últimos 20 años ésa es la alta velocidad. Desde la inauguración de la línea Madrid-Sevilla, en abril de 1992, el AVE, ese estilizado tren que circula a una velocidad media de 222 kilómetros por hora, se ha convertido en uno de los iconos de la España moderna. En la última década, el país ha ido escalando posiciones hasta situarse a la cabeza de Europa en kilómetros, con más de 3.100 en servicio. Francia, hasta ahora la reina de la alta velocidad europea, tiene algo más de 2.000 y Alemania, 1.300. Lejos se quedan Italia (723), Holanda (120 kilómetros) y Reino Unido (113).

A España ya solo le supera China, con 9.300 kilómetros de AVE para sus 1.339 millones de habitantes .Pero a medida que ha ido creciendo la red, se han ido elevando las voces de expertos que piden que se replanteen los proyectos en marcha, que suponen llevar la alta velocidad a todas las capitales de provincia. Prueba de que la red española de AVE está, probablemente, sobredimensionada es que, mientras en kilómetros somos líderes, en uso estamos a la cola. Cada español coge de media un AVE cada dos años, casi la tercera parte que los alemanes y la mitad que los franceses.

Más festivos y largas jornadas

España acumula más días festivos que sus vecinos. En una tierra famosa por sus horarios laborales extensivos, cada vez cuesta más agarrarse a ese consuelo ante la evidencia de que es una intención gubernamental confesa recortar el número de vacaciones adicionales a la pausa de verano. El calendario laboral para 2014 recoge ocho fiestas nacionales, más dos designadas por cada comunidad autónoma y dos locales. Grecia iguala el récord de 12 festivos, Francia e Italia tienen uno menos y Holanda se queda en siete. Para compensar, España está a la cola en días de vacaciones: 22 días de media —20 es lo mínimo— contra los 30 de Alemania o Dinamarca. De acuerdo con la OCDE, en España se trabajan 1.686 horas anuales, que si no parecen tantas comparadas con Suecia (1.621) sí lo son frente a los alemanes (1.397, el equivalente a 36 jornadas de 8 horas menos).

Pan más caro, alcohol barato

El coste de la cesta de la compra española se ha ido equiparando a la media europea, pero la Gran Recesión golpeó el consumo y los precios se han vuelto a distanciar: en 2012 fue un 5% más barata que el promedio de la UE. Eso, de media, porque el grupo de bienes que incluye el pan o la pasta es un 11% más caro. Los servicios de comunicación (telefonía, Internet) cuestan un 47% más. O, en el otro extremo, el precio del alcohol y el tabaco está un 15% por debajo.

La mayor dependencia de la importación de trigo y la tardía entrada de la gran distribución en la guerra de precios explican que el grupo del pan y la pasta siga siendo más caros que en el conjunto de Europa, aunque no ha dejado de abaratarse en el último año. Y Bruselas reprocha el excesivo coste de los servicios de comunicación en España, a lo que las compañías replican que no se miden bien los descuentos asociados a paquetes integrados. ¿Por qué es más barato el alcohol y el tabaco? El alcohol y el tabaco también están sujetos a impuestos especiales, pero tienen historias divergentes. Mientras la carga tributaria del alcohol en España es muy baja (sobre todo en vino y cerveza), en el tabaco, las sucesivas subidas de impuestos la han situado entre las más altas de la UE. Aquí la clave está en la pugna entre las grandes empresas por ganar cuota de mercado, y en la influencia de un competidor invisible: el tabaco de contrabando.

Extraído del reportaje publicado por El País el pasado 1 de junio 2014

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